5 de mayo de 2008

De la fuerza disuasiva a la contrainsurreción

Cuando la administración Kennedy se hizo cargo del poder, en enero de 1961, los EUA poseían bastante capacidad bélica para garantizar que a cualquier ataque a la nación le seguiría inmediatamente la destrucción total de las bases y ciudades del país agresor. Esta potencia estratégica se basaba en el concepto de "represalia masiva", en virtud del cual la pura y simple amenaza de una represalia nuclear bastaba para disuadir al eventual enemigo de atacar. En la política militar de la "nueva perspectiva", formulada por Eisenhower, la represalia masiva obligó al alto mando a concentrar la potencia bélica estadounidense en la guerra nuclear total. Sin embargo, el presidente Kennedy se dio cuenta de que la ampliación del arsenal nuclear de Estados Unidos se había logrado a expensas de las armas convencionales de la nación, por lo cual la mayor debilidad de los Estados Unidos la constituían los conflictos de baja intensidad, o sea las guerras localizadas y de limitado alcance, guerrillas y acciones policiacas a pequeña escala.

La mayor amenaza a la supremacía EUA-OTAN no había partido del ejército soviético, sino que había sido obra de los campesinos rebeldes de países subdesarrollados de África, Asia y América Latina. Era una lucha entre estos revolucionarios del Tercer Mundo y los defensores del dominio económico de Occidente.

Afines de los años cincuenta, la hegemonía estadounidense en el Tercer Mundo era altamente vulnerable a los movimientos de liberación nacional. La posición doctrinal ortodoxa en materia de guerra fría preconizaba la necesidad de contener la expansión comunista en cualquier parte del globo. Una agresión local comunista, incluso en un lugar sin importancia, ponía en riesgo la seguridad estadounidense, pues alentaba otras posibles agresiones en lugares más importantes, provocando así una cadena de agresiones que muy bien podía conducir a una tercera guerra mundial. La agresión victoriosa a cargo de un Estado comunista reforzaría el poder de la Unión Soviética, China y otros países socialistas con respecto a los Estados Unidos y al mundo "libre".

Una guerra limitada, la que se libra para alcanzar objetivos que en modo alguno implican la subordinación total de la vecindad de un Estado a la de otro Estado, y con medios que no suponen el empleo de todos los recursos militares de los beligerantes, de manera que el desarrollo de la vida civi y las fuerzas armadas de los contendientes quedan, en gran medida, al margen de la guerra, que suele terminar con una paz negociada, ahora era de interés para los Estados Unidos.

La guerra de Corea, convencional y limitada, la libraron los Estados Unidos en un momento en que tenían el monopolio atómico, y constituyó una demostración clara de que su doctrina ortodoxa de guerra fría carecía de eficacia universal. A modo sustitutivo de la estrategia de la represalia masiva, se propuso la reacción flexible. Esta nueva estrategia tenía en cuenta que tan necesario es evitar o ganar rápidamente una guerra limitada como evitar un conflicto general.

El desarrollo de la capacidad de reacción flexible, que implicaba el incremento de las fuerzas de empleo general (no nuclear) permitía a los Estados Unidos que reaccionara ante cada crisis poniendo a contribución las fuerzas exactamente precisas.

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